Antes no nos dejaban pensar

No me va la palabra asesinar. Me van amor, cariño, ilusión. Cuando me escribe una que está muy contenta, que es joven, que tienen su carrera. Y a veces sufro. Que otras tienen sus madres impedidas, que las están cuidando, que lo están pasando muy mal. Eso me apena. Hay tiene, una cosa que me apena.

Porque ahora de mayor nos cuentan una cosa mala y de joven la olvidamos. Salimos y la olvidamos. Es la alegría que tenemos. Pero ahora, como pasamos por tantas cosas, nos cuentan una cosa de pena, y yo voy para cama y estoy pensando en esa señora que está cuidando a su madre que está sufriendo, que tiene que atender a su marido y a sus hijos. Y otras que los maridos son malos con ellas. Es sufrimiento. Pobrecitas, me cuentan todas esas cosas y me hacen pensar. Y pido por ellas.

Hoy oí dos misas: una en la televisión y otra en la radio. A mi ir a misa me gusta. Y comulgar.

Yo soy practicante pero no soy de esas que están rezando rezando. De eso nada. Tengo curas que me son simpáticos y que les quiero. Y son modernos, no son antiguallos. Porque ahora nos vienen con la comidilla de antes y yo, a los sermones que fuí, ahora me da la risa. Pero como nuestros padres nos hacían creer todo eso, pues estábamos engañados. y ahora me doy cuenta y digo yo cuantas cosas viví malamente, pudiendo vivirlas mejor.

Antes no nos dejaban pensar. Pensaban por nosotros los padres. No, no. Ahora hay que cejar pensar a la gente joven. Llevarla por buen camino y si hacen una cosa bien, halagarlos.

Y si todo hubiese conformidad y cariño unos para otros, este mundo es precioso para vivirlo y estar habitándolo.