Salvador

Mi hermano Salvador era un festeiro. Siempre traía los trajes todos llenos de basura, de venir de fiesta. Y me decía: “Limpiame el traje sin que vea mamá, que te he de traer un paquete de bombones.”. Nunca vin o paquete de bombones. E os traxes, ¡si non llos limpiei mil veces os traxes a escondidas!.

Pero era trabajador, y listo como un allo, era listísimo… y siempre ganaba dinero. Estuvo en Carbones empleado, le pareció poco, después con la madera, y con la sal, con la sal hizo la millonada. Porque él era muy simpático y siempre pagaba a la gente. Cafés pagados, copas, y todo… un día un camarero me dijo: “Su hermano hace el indio. Está pagando a La Coruña toda entera.”

Pero mira, cuando murió, no cojían las coronas en ese sitio. No cojían. Y me dijo a mi un señor: ¿Qué es este hermano suyo?”. “Pues mire, fue un golfantito y después se hizo un caballero. Y todos estos, como como eran como él, le traen todas las coronas.”

Al principio cuando llegué no había nadie, estaba Salvador sólo. Y yo me senté en un sillón. Y al poco rato llegaron 4 señores, pensaron que estaba sólo y uno se arrimó y le dijo:

“¡Ay Muxicas, vas bó de divertirte! Morres vello, pero mira, o que disfrutaches ti no mundo non hubo un hombre que disfrutara coma ti. Correches todo o mundo, todo o mundo, viches o que non vimos nós. Bailaba o tango que era unha maravilla. Vas bó de divertirte.”